Arte

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Bajo el epígrafe de Arte Contemporáneo estudiamos todas las producciones plásticas desde principios del siglo XX hasta nuestros días. Lo curioso de esto es que, a medida que pasa el tiempo, esa “contemporaneidad” se va alejando de lo que ocurre en la actualidad en cuanto a manifestaciones artísticas.

De este modo, si metemos la mano en el saco del Arte llamado contemporáneo podemos sacar lo mismo un Picasso, que un Antonio López, un Pollok, un Kandinsky, un Ai Weiwei, o un Banksy.

Si nos fijamos en las vanguardias nos adentramos en terrenos que nos sobrepasan en lo formal y nos encontraos con obras que se denominan happening, intervenciones, instalaciones, vídeo arte, etc. 

Estas nuevas formas de arte nos desconciertan hasta el punto de preguntarnos por qué, por ejemplo, una instalación a base de mantas apiladas se puede considerar una obra de arte.

Por otro lado, este tipo de obras de vanguardia, rompedoras en lo formal y lo conceptual, conviven con las de otros artistas que, perteneciendo a la misma época no comparten estilo, como es el caso de Teresa Duclós y Salomé del Campo, cuyas obras visitamos en el CAAC.

La pregunta es, dentro de los estilos más rompedores, por qué nos planteamos si una obra es o no ARTE, y no lo hacemos frente a manifestaciones contemporáneas que se ajustan a estilos más comprensibles por la mayoría.  Cuál es el papel del artista contemporáneo.

Teresa Fernández García

Profesora de Dibujo del IES Antonio Machado de Sevilla.

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